domingo, 21 de junio de 2009

Anónimo Valenciano

Preocupa la suerte de la colección de Arte del Ateneo de Valencia porque, a pesar de su inmenso valor económico y cultural, pareciera que son muy pocos los que se muestran interesados en su conservación y en que se resuelva el conflicto para que pueda ser mostrada como un orgullo de la ciudad.

El asunto es doloroso pues de repente lo que en un momento pudo haber sido un factor para lograr la unidad de criterios en el movimiento cultural, recibe el menosprecio indicador de que esa colección de Arte va -inexorablemente- hacia la desintegración, con muy pocos dolientes.

“La gente como que no sabe lo que allí está en peligro”, nos decía, el domingo pasado, Carlos Zerpa, ganador del primer premio del Salón Michelena. Y el maestro Wladimir Zabaleta, también ganador del Michelena, agregó que la prensa debería publicar las fotos de las obras para advertir sobre lo que está a punto de perderse.

Da la impresión de que se está provocando una situación de abandono que sirva de excusa al gobierno para apropiarse de ese arsenal artístico, con el argumento de que, en Valencia, no hay quien lo conserve. La situación no sería nueva, pues la Galería de Arte Nacional tuvo esa intención en 1982, cuando el depósito del Ateneo se inundó y buena parte de la colección se deterioró.

En aquel momento la ciudad se puso en alerta y se lograron los recursos para enviar a restaurar las obras más dañadas, entre ellas Cena en el éxodo, de César Rengifo; Desnudo en gris, de Alejandro Otero; Mujer maternal, de Héctor Poleo, y Autorretrato, de Pedro León Castro, entre otras tantas que quedaron enchumbadas con pedazos desprendidos. Los costos fueron elevados pero se contó con la colaboración del gobierno del estado, del concejo municipal, cuyo presidente Armando Celli colaboró generosamente, y de empresarios. Eran otros tiempos en los que la situación no era perfecta pero había respeto por las leyes.

Colección monumental

La colección de Arte del Ateneo comenzó en 1951, por iniciativa de la presidenta Belén de Ramírez Borges, quien estableció que las obras ganadoras de los dos premios principales del Salón Michelena, el Arturo Michelena y el Andrés Pérez, pasaran al patrimonio de la institución. Durante mucho tiempo ambos premios estuvieron destinados a la pintura. Luego se acordó que el premio Andrés Pérez Mujica fuese para escultura. Con el desuso de las especificaciones del carácter de las obras de Arte, en los últimos años los galardones fueron para piezas de distinto género de alto valor artístico.

La colección no se limitó a los premios porque a ella, con el transcurso de los años, se fueron agregando las primeras obras premiadas en el Salón, fundado en 1943, donaciones de particulares y otras obras galardonadas cuyos propietarios no las retiraron.

El valor de esa colección es inmenso, en virtud de que allí están representados los más grandes creadores venezolanos de la segunda mitad del siglo XX y porque están además obras de Arturo Michelena, Eugene Biel y del francés Alfredo Mannesier, ganador del primer premio de la Exposición Internacional de Arte celebrada en 1955, con motivo del cuatricentenario de Valencia. Esta obra, titulada Primavera, es de un valor inmenso dado el prestigio internacional de su creador.

Todo eso está arrumado en los depósitos del Ateneo, en condiciones que deben ser deplorables o -por lo menos- no adecuadas para la conservación de algo tan delicado. Y tiene que ser allí porque lo más seguro es que no existan deshumificadores ni las condiciones ambientales necesarias, sencillamente porque, para eso, no hay dinero.

Puede suceder

Los abogados de quienes mantienen tomado el Ateneo, que reclaman el pago de obligaciones de trabajo y beneficios sociales, han anunciado que un tribunal podría poner en venta todo lo que está adentro del Ateneo, según reseña la prensa del sábado 13, para que se pague lo adeudado. Es decir, la apetecida colección de Arte.

Este anuncio ha sido interpretado como una provocación. Pero en estos tiempos en que los jueces no toman decisiones si de arriba no los autorizan, no es descabellado pensar que eso se haga tomando en cuenta el apoyo oficial que tienen los tomistas, como si ellos no estuviesen utilizando lo que no les pertenece.

La demencia en que se encuentra el país hace olvidar que el Ateneo de Valencia es una asociación civil sin fines de lucro, con patrimonio propio, del cual sólo pueden disponer los miembros de la institución, representados por su junta directiva. El Ateneo de Valencia es propietario legítimo del edificio con frente a la avenida Bolívar, lo cual se demuestra con documentos que están debidamente registrados. Sin embargo, se encuentra invadido por gentes que no trabaja allí, ni nunca han sido miembros de la institución, disponiendo libremente de las instalaciones, sin que nadie los obligue a desalojar.

Y no nos referimos a los trabajadores sino a los que mandó el gobernador Acosta Carles, que luego se disfrazaron de chavistas revolucionarios, que nunca lo han sido. Ellos no hacen caso ni a las decisiones del gobernador del estado, ni de los jueces.Y sin embargo, hay quienes se molestan cuando se dice que, en Venezuela, no existe el Estado de Derecho.

Es urgente que un juez dicte una medida cautelar para proteger el patrimonio del Ateneo de Valencia, porque dada la situación que vivimos, no sería extraño que un fanático intente quemar las obras de Arte para acusar a “los escuálidos, a los oligarcas, a los vende patria” de haber cometido esa atrocidad.Y así, hasta pondrían presos a quienes están en contra del vandalismo. Esto podría suceder porque la vergonzosa pasividad, la indiferencia cruel que se mantiene ante la tragedia del Ateneo de Valencia, lo están permitiendo.

http://www.el-carabobeno.com/p_pag_not.aspx?art=a210609b01&id=t210609-b01