lunes, 2 de marzo de 2009

Llanto anónimo

En los carnavales se evidenció, mucho más, que Valencia no tiene opciones culturales que puedan ser disfrutadas en tiempos de ocio. Algunos se han disgustado con nosotros porque afirmamos que esta es la única ciudad en el mundo, con más de un millón de habitantes, que no tiene un museo. Y le hemos respondido que nos digan dónde se encuentran los museos, que ellos mencionan, para irlos a conocer.

Porque un museo no es acomodar una casa y ponerle unos corotos. Es una organización con colección propia, con información para los visitantes, personal especializado y un programa permanente. Aquí no hay nada de eso y pasará mucho tiempo para que lo haya, porque lo poco que teníamos lo han ido destruyendo ante la indiferencia generalizada. Es el caso del Ateneo de Valencia, que cuenta con una de las colecciones más representativas de las Artes Plásticas Venezolanas desde 1943, cuando se inició el Salón Arturo Michelena.

Por problemas personales y políticos, el Ateneo de Valencia se encuentra tomado desde hace año y medio y esa colección, que amerita cuidados especiales, se encuentra abandonada o por lo menos en una situación desconocida, sin que ninguna autoridad se dé por enterada de que está en peligro un patrimonio de la nación venezolana, que necesita protección con urgencia, independientemente de quién tiene la razón en el conflicto.

Consciente de que esa monumental colección de pinturas y esculturas de grandes artistas nacionales, propiedad de la ciudad de Valencia y no del gobierno nacional, como algunos argumentan, le hemos planteado a personalidades investidas de autoridad que tomen una decisión. El año pasado se nos dijo: vamos a esperar que pasen las elecciones. Pasadas las elecciones insistimos y se nos respondió: esperemos el referendo a la Constitución. Cumplido el referendo se nos dirá que esperemos las elecciones municipales y parlamentarias para cambiar la ley.

Se evidencia que, quienes tienen poder de decisión, sólo están defendiendo intereses particulares y no los colectivos. Si fuese lo contrario, desde hace tiempo el Ateneo de Valencia habría recuperado su sede y su patrimonio, que son de carácter privado y no del ejecutivo del estado Carabobo, como desgraciadamente dispuso el ex gobernador Luis Felipe Acosta Carles, con un decreto que debe ser derogado en acto de justicia para con la gente de la Cultura.

No ha sido así. Y allí está arrumada la colección de Arte, envidiada por los museos más importantes del país, sin que ninguna autoridad intente buscar salidas para conservarla y mantenerla completa. ¿A tanto ha llegado la permisividad en este país que, ni siquiera, una inspección ocular se ha ordenado para saber, al menos, en qué situación se encuentra?

La ausencia de Labarca

La indiferencia, el conformismo, es la desgracia de Valencia. Dejamos perder lo que tenemos y nadie sale en su defensa. Destruyen el patrimonio, nos cambian las tradiciones, se abusa de la buena fe y las personas e instituciones, con autoridad para protestar, se hacen de la vista gorda. Y si los medios de comunicación toman la iniciativa de la denuncia tampoco resulta porque, quienes deben responder, se esconden o argumentan que no se meten en líos por lo cual hay que esperar. ¿Pero hasta cuándo?

Esa indiferencia por las expresiones culturales, por el patrimonio, hizo que en Valencia desaparecieran los cines. Los cines que existen están en centros comerciales situados en Naguanagua y San Diego. El único cine que hay en este municipio es Cine Arte Patio Trigal, incluido entre las grandes salas cinematográficas del país gracias a la magnífica labor realizada por Daniel Labarca, como presidente de Fundacine, de la Universidad de Carabobo.

Lamentablemente, Daniel Labarca fue separado del cargo que ocupó durante veinte años, sin que la comunidad universitaria y cultural sepa las razones por las cuales fue tomada esa decisión, que pone en peligro la continuidad de una institución que sólo puede ser dirigida por una persona profundamente conocedora del Séptimo Arte y que tenga esa disciplina como forma de vida. No estamos criticando ni restando méritos en particular. Pero es una realidad. Lo que pasa es que, quienes han debido decir esto, se callan y alguien tenía que decirlo.

La ausencia de Daniel Labarca, al frente de Fundacine, podría conducir a que Valencia pierda los Festivales de Cine Francés y Cine Español que, desde hace tiempo, allí se presentan. Sería otra pérdida para la maltratada cultura valenciana, por lo que nos permitimos expresar a las autoridades de la Universidad de Carabobo -de la manera más respetuosa- que reconsideren la decisión, con la seguridad de que Valencia lo agradecerá. Seguro.

Un acierto

La junta directiva del Colegio Nacional de Periodistas de Carabobo, que preside Angel Perozo, tuvo el acierto de rendir homenaje a nuestros colegas periodistas Raúl Albert y Víctor Osta García, con quien compartimos memorables jornadas en El Carabobeño, que forman parte de la historia del Periodismo Venezolano.

Lo significativo del homenaje fue la coincidencia de que, el día en que se efectuó, Víctor Osta García cumplía 50 años de haber publicado su primera información en El Carabobeño y que el otro homenajeado fuese Raúl Albert, quien ya ejercía el cargo de jefe de Deportes de nuestro diario.

Esto significa que nuestro muy querido y admirado Raúl tiene mucho más décadas de las que él dice, lo que agranda la admiración que se le guarda por su increíble resistencia y lucidez para mantenerse como el campeón indestronable del Periodismo Deportivo Venezolano. ¡Salud Raúl y Víctor Osta García! por el reconocimiento -justo y oportuno- de nuestro querido CNP, dirigido por un equipo tan dinámico como el que comanda nuestro secretario general, Angel Perozo.

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