lunes, 18 de agosto de 2008

Mal de Fondo


...De mírame y no me toques Lo cortés no quita lo valiente. Acosta Carles y Napoleón Oropeza se encontraron cara a cara, se vieron a los ojos y luego se saludaron, con la distancia que corresponde. El gobernador de Carabobo admite, en privado, que se dejó llevar por los impulsos y por las influencias extrañas del abogado del estado, de quien no sabía a ciencia cierta que había formado parte activa de las “bandas armadas” que tuvieron su época de oro en momentos estelares de la política regional. El presidente del Ateneo de Valencia igual acepta sus debilidades, que no trascienden más allá de la administración y manejo de los churupos, pero que tampoco desmeritan por ninguna razón su pasión por el arte y la cultura, a lo que ha dedicado sus mejores días. Al general le hicieron creer que el edificio sede de la cultura valenciana servía de escenario exclusivo de la oligarquía y se dejó arrastrar por los sectores violentos, de los más violentos del chavismo, anidados en el lugar, sin medir las consecuencias sociales y públicas que suponía intervenir y pretender apoderarse de las propiedades muebles e inmuebles y de las obras de elevadísimo valor existentes en ese recinto, casi sagrado. Oropeza, por su parte, no cuidó a tiempo los compromisos económicos y laborales del organismo a su cargo y dejó abierta la hendija por la que penetraron sus detractores, todo lo cual llegó a los extremos hasta que la justicia ordinaria puso la situación en su lugar, aunque todavía sin poder arbitrar la solución definitiva al conflicto, cuyo origen tiene epicentro localizado en la procuraduría, sin que se ubique el mal de fondo. El mandatario entró en sus cabales y está dando cuartel, pero las autoridades legítimas de la institución cultural siguen atadas de manos, porque los intrusos se mantienen atrincherados, ocupando los espacios que no les pertenecen a ellos solos, sino que son de propiedad colectiva. Amenazan y se comportan como verdaderos irracionales, envalentonados desde que el Gobierno les avaló su conducta delictual, atrapados por la ilegalidad y la inconsciencia y hasta durmiendo y haciendo sus necesidades en los alrededores. Frente a esa realidad, José Napoleón y su gente andan a la buena de Dios, en resistencia pasiva, y más elocuente no puede ser la gráfica de Edicson Dávila, en la que, en testimonio mudo, los dos personajes pisan tierra movediza.


2 comentarios:

Roccocuchi dijo...

Muy bien! Julie!! Visitaré todos tus blogs!

Julie Hermoso dijo...

Gracias